22.11.12

La libertad de la mujer Machista...


Cualquiera puede preguntarse legítimamente (como yo lo he hecho muchas veces en su momento) si una relación del tipo Machista y Patrialcal no significa una negación de la libertad de la mujer. Una negación, también, de sus más elementales derechos.

Desde mi humilde perspectiva afirmo rotundamente que no es así. Que por el contrario, la mujer tiene quizás la forma más elevada de libertad al decidir por sí misma entregarse a un Hombre para que la sostenga, la guíe, la proteja y la eduque. No creo que exista un acto de mayor libertad que decidir entregar su propia libertad a otra persona.

Nadie obliga a la mujer a elegir este tipo de vida ni tampoco a entregarse por completo a un Hombre. Por supuesto, no voy a negar que sí existen casos en que la mujer se encuentra con un cuadro totalmente diferente al que imaginó antes de casarse o de formalizar una relación de pareja. Puede ocurrir que la mujer no haya podido descubrir la verdadera personalidad del Hombre al que se ha unido hasta que ya es tarde. Pero no me refiero a estas situaciones que me resultan verdaderamente penosas y repudiables.

Yo me refiero a las mujeres que, como yo misma, comenzamos por reconocernos inferiores a los Hombres y por lo tanto, concientes de que si no nos sometemos a su voluntad y a sus reglas, nuestra vida será un eterno divagar por la nada y seguramente terminaremos realmente mal en todo sentido.

Al admitir nuestra natural y ancestral inferioridad, estamos dando el paso más importante hacia nuestra propia felicidad y hacia el mantenimiento del orden Machista al que, lejos de considerarlo pernicioso como la cultura actual lo califica, apoyamos y alentamos con entusiasmo y convencimiento.

Por otra parte todos sabemos que no existe jamás la libertad absoluta. Tenemos todo tipo de condicionantes sociales y culturales que limitan las libertades individuales y las aceptamos como naturales. Es más, la mayoría de las veces ni notamos esos limitantes y sin embargo nos decimos "libres"...

La libertad, en su esencia, no es otra cosa que la posibilidad de elegir, de decidir entre las opciones que la vida nos va poniendo por delante en nuestro camino. Y qué mayor acto de libertad puede existir que decidir por sí misma entregarse al Hombre que considera que la conducirá y la apoyará para ser mejor mujer y mejor ser humano...

La mujer Machista, al momento de decidir, tiene de antemano algunas cosas claras:

Que es inferior a su Hombre y a todos los Hombres.
Que deberá aceptar el orden y las directivas de su Hombre.
Que deberá ser humilde y sumisa.
Que deberá servirlo con esmero y sin reticencias.
Que no debe discutir las ordenes o decisiones del Hombre.
Que, por supuesto, no será admisible jamás la desobediencia.
Que la aceptación es esencial para ser feliz y para hacer felices a quienes la rodean.
Que las reglas de convivencia y de mantenimiento del hogar las impone el Hombre.
Que las decisiones finales en todos los aspectos, inclusive en los asuntos "netamente femeninos", las toma el Hombre.
Que no debe guardar ningún secreto para con el Hombre, para lo cual renunciará a todo tipo de intimidad.
Que puede dar su opinión siempre y cuando el Hombre se la pida, lo que no significa que en la decisión final sobre cualquier tema, se tenga en cuenta lo que la mujer haya dicho.

Y muchos otros detalles que se irán detallando durante el desarrollo de este blog, lo que no significa que sean cuestiones menos importantes que las que he detallado ahora...

Como he dicho, la mujer tiene que tener muy en claro todos estos ítems al momento de decidir vivir con un Hombre, con el Macho al que convertirá en el centro y el motivo de su vida futura. Es allí donde se ejerce el mayor acto de libertad, que es entregar la propia libertad a quien deseamos.

En muchos casos suelen existir "negociaciones" previas a la unión, como también otras que se pueden pactar cada determinado tiempo. En esas "negociaciones" se discute abiertamente la forma en que se desarrollará la relación hasta el nuevo acuerdo. Pueden modificarse algunos detalles de acuerdo a las necesidades del Hombre o de la mujer. Pero una vez que se llega a un acuerdo, las condiciones deben cumplirse estrictamente por ambas partes hasta que venza el plazo preestablecido.

Por lo tanto, no sólo la mujer ejerce ampliamente su libertad desde el comienzo de la relación, sino que luego tendrá la oportunidad de reafirmar su sumisión, de modificarla o inclusive de terminar con dicha relación, siempre con absoluta libertad.

Tal vez haya Hombres que encuentren esto como algo fuera de lugar y ridículo, sólo digno de una mujer, pero les aseguro que es una muy buena manera de preservar y hacer crecer los lazos de amor basados en un Machismo sano y que se fortalece constantemente.

18.11.12

Machismo no es misoginia...



Con mucha alegría y placer les dejo hoy el valioso aporte que tan generosamente me ha hecho llegar el Señor Senix Saulo sobre un tema sumamente importante para todas aquellas personas que por desconocimiento o por no poder interpretar correctamente lo que aquí se pretende difundir, puedan confundir Machismo con misoginia.



Muchas personas han tendido a confundir el Machismo con la misoginia.

El primero se refiere a la supremacía del Hombre sobre la mujer y al derecho del Varón de dominar, someter, guiar y dirigir a la hembra. El Hombre manda y la mujer obedece como resultado de un orden que se considera normal y natural y cuyo orígen es milenario. Hombres y mujeres que se declaran en favor del Machismo, de este órden tradicional, consideran que la forma adecuada de relación entre Varón y hembra es la Dominación masculina y la sumisión femenina y que dicho órden traerá felicidad tanto a unos como a otras. En este órden social Machista se considera que el Hombre es el líder de la relación, que él manda, dirige, señala el rumbo, y en su caso, de ser necesario, aplica castigos y ejerce la disciplina sobre la mujer y los hijos (as). Pero la finalidad no es usar la violencia física o psicológica de manera desmedida y descontrolada, vale decir abusiva. No se trata de mantener unida a la pareja o familia a través del miedo.

Un Macho sí ejerce, efectivamente, su autoridad con virilidad y firmeza, y sí ejerce también su dominio de manera incuestionable, pero no busca dañar o destruir su más preciado bien y propiedad que es su mujer. Quiere más bien amoldarla, para que ella responda adecuadamente a sus deseos y necesidades sexuales y de cualquier otro tipo, con prontitud, buenos modos y amorosamente. No hay odio ni a su mujer ni a cualquier otra hembra. Y en eso se diferencia del misógino. Para este último, la mujer es un ser despreciable sin valor alguno, que puede y debe ser maltratado aún a costa de causarle daño físico y psicológico. El misógino ve a la mujer con odio y resentimiento. No ve en ella a una compañera que lo ayude y acompañe, sino a un ser que si por él fuera, no debía ni de existir. Por lo tanto, no tiene ningún problema en abusar, vejar y maltratar sin motivo alguno a la mujer, sin que ella lo haya realmente provocado. Frente a este tipo de personas misóginas, Hombres y mujeres deben tomar las precauciones debidas para evitar causar una verdadera desgracia. Un Macho siempre estará dispuesto a proteger a su(s) hembras(s) y a cuidarlas, pues aunque las reconozca inferiores a él, sabe que son un apoyo invaluable para Él. Porque las sabe seres inferiores precisamente las domina, pero también las cuida. El Macho conoce las debilidades de su hembra y las aprovecha a su favor, pero también cuida a la hembra de esas mismas debilidades que son propias de su condición femenina. Entonces, la mujer puede apoyarse en su Macho pues sabe que aunque a veces la castigará y disciplinará, Él lo que busca es que ella sea la mejor mujer posible. Y si a veces el trato será rudo y áspero, también podrá ser suave, amable, amoroso y reconfortante para ella.

El Macho no intenta destruir a la mujer, no quiere vengarse de ella. El misógino sí.

Senix Saulo

16.11.12

Sexualidad de la mujer Machista. Algunos detalles...


La mayoría de las mujeres nos sentimos felices de serlo, nos gusta, nos encanta y reivindicamos nuestra femineidad. Digo "la mayoría" porque nunca me animo a abarcar en un concepto a la totalidad de cualquier grupo humano. Sin embargo, cada una de nosotras tiene su propia visión de lo femenino, de cómo vivirlo, desplegarlo y mostrarlo. De cómo comportarse, en especial frente a su contraparte, lo Masculino.

Por esto es que yo daré mi personal opinión en este aspecto, como en todo lo que podrán encontrar en este blog. Me animo a pensar que todas las mujeres, en lo más profundo de nosotras mismas, tenemos un fuerte componente de sumisión ante el Hombre. Algunas lo asumimos desde lo conciente y lo practicamos abiertamente, con placer, y por qué no... con orgullo.

Me dirán que la mujer ya no es aquella que aceptaba la autoridad del Hombre sin resistirse, que dejó de ser la sirvienta de hace 50 o 100 años atrás, que la mujer de hoy tiene criterio propio y decide qué hacer con su vida y con su cuerpo y no necesita tener la aceptación del Hombre. Esto es lo que podemos ver en la superficie, pero en la conciencia profunda de las mujeres pervive la verdadera naturaleza que heredamos desde que la raza humana dio su primer paso sobre la Tierra. Sólo tenemos que admitirlo, sólo es cuestión de ser sinceras con nosotras mismas y con los demás y sin renunciar a muchos de los avances que hemos tenido en muchos sentidos, aceptemos que por más que nos esforcemos y que intentemos demostrar lo contrario, tarde o temprano terminamos entregándonos a un Hombre para que nos proteja, nos dé contención y en definitiva, nos guíe e inclusive que nos diga qué es lo que tenemos que hacer en casi todos los órdenes de nuestra vida. Como decía el gran escritor ruso, Fiódor Dostoievsky (que pueden ver en la columna de la derecha), "La vida de toda mujer, a pesar de lo que ella diga, no es más que un continuo deseo de encontrar a quien someterse." Por eso creo que lo peor que podemos hacer es ir contra nuestra propia naturaleza y engañarnos a nosotras mismas. No sólo terminará siendo perjudicial para la relación Hombre - mujer, sino que será dañino para nuestra propia salud física y emocional.

Con el correr de los días intentaré dar mis personales puntos de vista de cómo debemos actuar en las diferentes facetas de nuestra vida y muy especialmente en la vida en común con un Hombre. Pero en este momento quiero referirme a cómo creo conveniente y necesario que sea nuestra actitud respecto a la sexualidad, que abarca tanto la seducción como el acto sexual propiamente dicho. Lo que hoy diga no significa que sea lo último que hable del tema, sino más bien un primer enfoque a modo de introducción, porque el sexo en pareja es demasiado importante y amplio como para pretender abarcarlo en un sólo intento.

El sexo en la pareja o el matrimonio puede ser complicado, pero sencillo a la vez. Lo que no debemos perder nunca de vista en este aspecto y en todos los demás de nuestra vida de mujeres, es que por nuestra misma naturaleza tenemos predisposición a ser pasivas, receptivas y dependientes (y no hablo de lo meramente económico, que en los últimos tiempos vemos que hay mujeres que hasta pueden sostenerse a sí mismas y a sus hijos).


En primer lugar debemos ser plenamente concientes de que siempre, en todo momento y ocasión, será necesario que estemos dispuestas y disponibles para nuestro Hombre. No importa si no tenemos deseos en ese momento o si estamos cansadas u ocupadas con las tareas de la casa, etc. No existen excusas válidas para retacear el derecho natural del Hombre a tener acceso a nuestro cuerpo cuando Él lo desee.

Siempre debemos cuidar nuestro aspecto para resultar agradables y deseables a nuestro Hombre. Aún en los horarios en que Él no se encuentre en la casa. Nunca podemos saber si por alguna circunstancia deba adelantar su regreso al Hogar. Cuando estamos haciendo nuestras tareas hogareñas debemos detenernos de tanto en tanto para componer nuestro vestido y retocar nuestro cabello y maquillaje. También debemos tener cuidado con nuestras manos y uñas. Para eso siempre es conveniente hacer las tareas con guantes de látex.

Yo no soy de usar pantalones o jeans. Prefiero siempre vestidos o faldas, en lo posible amplias y con vuelo. Esto no sólo es más agradable a la vista del hombre y hace que más fácilmente tenga deseos de poseernos, sino que le permite a Él tener más fácil y rápido acceso a nuestro sexo. Un complemento imprescindible para animar al Hombre a poseernos son los zapatos de tacos altos. Cuanto más altos, mejor. Creo que es el fetiche que más fuerza tiene entre los Hombres.

Así como es imprescindible y necesario estar siempre dispuestas para nuestro Hombre, también debemos tener en claro que no es correcto ni deseable tener la iniciativa en el aspecto sexual. No debemos pedirle y mucho menos exigirle que nos haga el amor cuando a nosotras se nos ocurre o cuando tenemos más ganas de lo habitual. Siempre debemos esperar a que Él sea el que tome la iniciativa cuando decida o cuando desee poseernos. Recordemos siempre que somos receptivas, dependientes y sumisas, nunca demandantes.

También considero que es muy conveniente estar siempre muy atentas al estado de ánimo con que nuestro Hombre llega al Hogar luego de su día laborable. Si llega de buen humor, pues todo se facilita y no tendremos más que esperar a que Él decida en qué momento desea usarnos sexualmente... o no. En cambio, si Él llegua ofuscado o preocupado por su duro trabajo diario, tendremos que ser más serviciales y amorosas que de costumbre y ofrecernos muy discretamente. De manera muy coqueta, pero sin que Él imagine siquiera que intentamos presionarlo para tener sexo. Él sabrá apreciar nuestra disposición y humildad. Aún cuando no desee servirse de nosotras, nuestra preocupación por agradarle y servirle le cambiará el humor inmediatamente y sentirá el placer de haber regresado a su Hogar.

Ser muy sexys y estar siempre dispuestas pero de manera discreta y sumisa es lo más erotizante para nuestros Hombres. No lo olvidemos...


 


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